viernes, 28 de febrero de 2014

El goce lacaniano de la hora loca


Por Eliana Romero Padilla. Antropóloga UNMSM
La primera vez que escuche hablar de la hora loca, fue hace mucho, en una de las reuniones familiares, no sabia de que trataba pero me imagine un payazo frente a mi bailando como loco y divirtiendo a los demás. Dentro de mi imaginario estaba ese significado pero no el significante, es decir lo que podría darme la certeza de que se trataba de algo así como lo imagine por un momento. Así empieza mi primera experiencia con respecto a la hora loca.
Un día en medio de tanta música y amigos mientras conversaba con uno de ellos,  apagaron las luces de la casa y sonó una pista de baile que parecía no tener final, para poder darse un respiro. Se trataba nada más y nada menos que la famosa hora loca, conformada por unos tres arlequines, vestidos de colores llamativos, que por cierto se ven muy curiosos por sus brillos y antifaces que usan. Una hora loca podría  estar dentro de toda una temática, es decir, los que llevan la diversión por una hora se disfrazan de acuerdo al personaje que mas le simpatice a la victima. La hora loca se ha vuelto todo un icono de los cumpleaños de niños y grandes, matrimonios, quinceañeros y eventos grandes de algunas empresas o instituciones. Este tipo de sucesos son  variados, aunque al final después de haber sido victima de varias horas locas, incluyéndome en uno de ellos. Hace un par de años tuve como parte de mi sorpresa de cumpleaños. Ahora ya no me parece tan interesante, ha llegado a un punto en el que se ve que esta sobre entendido que habrá una hora loca sin tener que darlo a conocer,  ya no es tan interesante ver la misma cosa siempre. Es mas es raro no ver una hora loca en una fiesta o una discoteca.

Es esta la razón por la he escrito este ensayo, por tantas horas locas que he ido sin saber que se daría el caso, me llegó a gustar mucho en su momento, incluso pensé que podría llegar hacer parte de una de ellas. Idea que paso por mi mente por ser novedoso, pero mas lo veía como un negocio ya que vivimos en un mundo donde lo extravagante y fantasmal es novedoso y da dinero, creo que hasta esa idea que acabo de escribir es parte de tanta hora loca, que podría sonar loca. 

Al pasar el tiempo puedo afirmar que vivimos dentro de un contexto donde parecemos como si estuviéramos invadidos por algunos gustos ajenos a nosotros mismos, esto se evidencia en la hora loca. Considero que es un objeto cultural, en primer lugar objeto porque se puede depender de ella, si nosotros los deseamos y porque  podemos actuar de la manera como se nos antoje. Y por otro lado es cultural ya que es parte de nuestra sociedad y esta formada por una estructura implícita hasta que se da a conocer, es decir un momento planeado donde vale todo al ritmo de la música. Sino por qué crees que se va a una fiesta, acaso no es por sentirte bien y porque lo quieres hacer, o tal vez porque estas con tantas preocupaciones o tristezas que necesitas salir y justo ese día vives el espectáculo y bailas como nunca, gracias a la hora loca.

¿Por qué  se denomina Hora Loca? La hora loca es un tiempo, un momento delimitado con el objetivo de llevar la diversión para los otros  y sentirse alegre como ellos, no dejar de bailar ni un minuto y si eres de los que se queda sentado mirando, será el indicado para ser el centro de atención. Creo que esta dirigido para los menos bailarines, de una u otra manera todos participan, grandes y pequeños. En este contexto sostengo que estar sujeto a este tipo de objeto cultural es parte de toda una subordinación impuesta en el momento sin alternativa a otra. Es decir, es estar dentro del goce del otro sujeto.  Por lo tanto sostengo que, quien parte que gozar no es una trasgresión sino es lo que tú debes hacer dentro del sistema: lo que se debe hacer, es decir, el sujeto es libre de gozar o disfrutar para eso el objeto debe elegir correctamente.

Es aquí, donde existe una relación el goce del uno mismo y el goce por el otro, cuando llega un momento como éste, estamos subordinados por este momento, es mostrarnos libres de cualquier angustia que tengamos y solo solemos reír, bailar, vacilarnos, jugar , hacer cualquier cosa con tal de estar sintonizados en esta hora, queramos o no, y si no lo logramos otros nos hacen participes de sus coreografías y nos adornan con tantos colores, pitos, collares de colorines, globos, sombreros entre otras cosas que pueden parecer graciosas. Estamos sistematizados por un conjunto de objetos culturales que son parte de uno solo.

Esta hora loca puede ser considerada como un momento de catarsis dentro del  ser humano donde puede dar a conocer  una acumulación de alegrías encontradas, donde se desborda de emoción por tanta algarabía, donde no puede controlar su goce y participa sin darse cuenta que lo que esta haciendo esta bien, cuando luego podría saber que no imaginaba hacerlo. Así también lo menciona Marita Hannan en uno de sus textos, del cual puedo proponer  que es el objeto del consumo lo que se reivindica a través del imperativo insaciable y cínico, “goza lo que puedas no es seguro que haya un mañana, tampoco un ayer”.

En buena cuenta, el propio sujeto es el objeto del mercado. La existencia solo parece constatarse en la búsqueda insaciable de una plenitud anhelada pero siempre esquiva en la que el sujeto intenta revelarse frente a los excesos de otro social que lo ignora y lo reduce a no ser más que un esclavo del imperativo inconsciente de gozar en el cual desaparece toda capacidad de decisión respecto del propio destino. El destino que tal vez no quiso estar dentro de esta hora loca. No solo se habla de un destino sino de una decisión no tomada ni menos planeada.  

Este imperativo perverso al goce se trata de una mercancía y se relaciona con la frase mas llamativa, que dice trabaja ahora y goza después. Si lo vemos desde este punto de vista lacaniano, la hora loca es un mito, una costumbre que para muchos hoy resulta parte de lo cotidiano dentro de la palabra diversión. Puede darse el caso que uno decida estar dentro de esta temática y por lo tanto, uno mismo puede elegir tener un momento como este en su reunión. Eso es el imperativo perverso, el lograr lo que se quiere y si se quiere con la hora loca que todos estén contentos y alegres, pues se lograra.

Este goce es trasgredido, este goce es la hora loca que esta dentro del imperativo del otro y como se entiende desde la perspectiva del otro es el otro sujeto que te lleva a su goce, es el goce ajeno, es decir, es el instrumento del goce del otro. Y estos imperativos llevan a los sujetos a buscar nuevos refugios, como se da cuando se presenta, de forma inesperada, la hora loca en una reunión, dónde no te queda más que estar refugiado con una sonrisa; como si todo estaría bien y nada importa en ese momento.

Es mas así como lo demuestran los talk shows de la televisión, los vicios están hechos para la mirada pública, y esto no solo porque las cámaras de televisivas son omnipresentes sino porque la sociedad de mercado conmina al sujeto a distanciarse de las virtudes colectivas y hacer valer su derecho a gozar como individuo a expensas de los demás.

Propongo, que la hora loca no es verdaderamente transgresiva sino es una mercancía post-alegre  que responde al imperativo a gozar sin límites de diversión que la hora loca en la que esta sometido el individuo narcisista.

Ahora bien dentro de este contexto que estoy desarrollando en cuanto a la hora loca, puedo afirmar que cuando se da este tipo de evento en nuestras vidas, se esta armando un sistema en el cual se sabe que el otro llamado así con letras minúsculas, es referido al semejante, o sea en este caso seria, los invitados participantes dentro de tu hora loca. Y llamado el Otro con letra mayúscula, seria el orden simbólico como son las leyes y ordenes sociales, que socializa el cuerpo y hace de él un sujeto. Para eso digo que el Otro son los demás, un los demás abstracto de quien el sujeto a otorgado la autoridad para decirle quien es y quien debe ser.

Desde la interpretación de Juan Carlos Ubilluz,  existe Otro que no existe donde se puede pensar que han desaparecido los principios sociales que rigen la existencia humana y que vivimos en un mundo donde todo esta permitido y cada quien hace lo que quiere, es evidente que hay principios que rigen nuestra vida social como son los mercados y por mas individualista que nos parezca la gente de hoy, pocos son los que en verdad actúan de acuerdo a la singularidad de su deseo. Por lo tanto el Otro que no existe, alude a que el sujeto contemporáneo ya no cree en una comunidad universal, es decir, en otro con metas colectivas que deban primar sobre los intereses particulares e individuales.

Por lo tanto, la inexistencia del Otro es suplida por un orden narcisista en el que el yo se eleva al estatuto de el objeto digno de amor y el otro (el semejante) decae al estatuto rival. Enlazando al capitalismo este orden imaginario, este orden es el orden del yo de sus espejos y fantasías (hora loca), conduce al sujeto hacia el cinismo y la perversión.

El cinismo y la perversión son las que hacen del sujeto un yo-súbdito de una voluntad ajena, así como se ve en el momento preciso cuando se da inicio a la hora loca, entonces seria la voluntad ajena, también la voluntad del mercado; que propone la hora loca donde solo nos queda mas que ser parte de ella, sin nuestro consentimiento. Entonces dentro de esta perspectiva que propongo como se ve el sujeto, tal vez como un súbdito como lo mencione líneas arriba. Pero para entender mejor este párrafo compartiré algunas precisiones que son necesarias para entender por qué dentro del contexto de la hora, visto como un objeto cultural es parte de la modernidad y la postmodernidad que ha modificado la relación entre el sujeto y el Nombre-del-Padre, el significante de autoridad que soporta al gran Otro.

Si bien es cierto que el mencionar el nombre del padre evoca un tipo de poder, con el cual el sujeto esta atado a lo que este desea, en la realidad material del capitalismo favoreció a la separación del individuo de sus actividades tradicionales de producción y consumo, ambas percibidas como intrínsecas a su ser. Es decir, la encarnación moderna del Nombre del Padre, la razón sostenía la creencia en el Otro como civilización universal, como sociedad única para todos los individuos, este nombre del padre es capaz de generar nuevos valores sociales.

Desde mi punto de vista, en este caso el poder de generar un nuevo estado del súbdito dentro de la "hora loca".  Algunos consideran novedoso y moderno la hora loca, dentro de esta modernidad que esta creciendo en nosotros mismos, el Nombre del Padre acoge esta función poética, subversiva, creadora, es decir, el poder de nombrar y hacer existir, lo que no existe. Así comparo este caso con el de la hora loca, cuando en una fiesta, no necesariamente existe alegría y sonrisas de oreja a oreja de cada invitado en la reunión, sino que se genera de acuerdo a lo que se presenta, como lo hace la hora loca, quien genera la alegría que falta en la fiesta. Un lugar donde tal vez, no lo hay.

El Nombre del Padre es la instancia de la cual se sirvieron los amos del progreso para violar las normas del orden simbólico existente y hacer existir algo nuevo, es decir un nuevo orden simbólico. Así como lo mencione líneas arriba esta temática o estructura de la hora loca es parte de un hombre moderno y postmoderno procura en ellas un goce que supone propio a su individualidad; y para validarlo él se sirve de un nombre del Padre, como ocurre en la hora loca, donde le otorga la autoridad al sujeto y lo conmina a integrar una comunidad identificada con el goce (hora loca). El ocaso del nombre del padre trae entonces, consigo la multiplicidad postmoderna de los nombres del padre, nombres que resucitan o nacen la creatividad, que reivindican lo real sino mas bien el narcisismo de lo particular, el goce de ser parte de un todo como yo.

Concluyo que este breve ensayo, nos muestra  lo que realmente puede significar, el concepto real de la hora loca viéndolo desde el  punto de vista  de las pistas que ofrece el psicoanálisis lacaniano. Desde una visión política la hora loca es parte de nuestro mercado, donde impera el sistema capitalista, se ha vuelto lo esperado e inesperado a la vez. Es parte de nuestro deseo del goce del otro, del Otro quien es crea nuevas realidades sociales. Muchas veces nos cuesta aceptar que estamos sujetos a los mandatos que nos imponen o al poder que se nos ponen frente a nosotros, el gozar es sentir el placer absoluto, es el placer o el goce que debería ser propio y decidido por nosotros mismos y no por el otro. Por lo tanto, el sistema de la hora es un ejemplo claro de como es que se uno se siente subordinado a un ambiente no deseado, en ese preciso momento. Así no estamos siendo dueños de lo que queremos gozar; ahora no se trata de gozar por gozar sino de un goce equilibrado que sea creador. Este goce por otro es trasgredido por ese otro al ser nosotros los súbditos de su goce del otro.

Bibliografía:

JUAN CARLOS UBILLUZ, Nuevos súbditos: cinismo y perversión en la sociedad contemporánea. IEP Ediciones, primera edición mayo 2006.

MARITA HANNAN, Batallas por la memoria. Batallas por la memoria: antagonismos de la promesa peruana. Encrucijada de la política ética y verdad. Primera edición junio 2003.